CONCEPTOS DE ADMINISTRACION

Ráfagas

  

Confucio (551- 479 a.C.)


La pompa y la ostentación sirven de muy poco para la conversión de los pueblos. Los hombres ambicionan las riquezas y los honores, pero si no es posible obtenerlos por medios honestos y rectos, deben renunciar a estos bienes. Los hombres huyen de la pobreza y de las injurias, pero, si no pueden evitarse por caminos honestos y rectos es preciso aceptar estos males.

Cicerón (106- 43 a.C.)



¿Qué vana ostentación es esa tuya en hablar de tu dinero? ¿Por ventura tú solo eres rico? ¡Oh dioses inmortales! ¿No me he de gozar yo de haber oído y aprendido alguna cosa? ¿Solo tú eres rico? ¿Y si aun no eres rico? ¿Y si aun eres pobre? Porque ¿á quién entendemos por rico? ¿Quien es aquel a quien se da este nombre? Creo que a aquel que tiene tantas posesiones que se contenta con facilidad para vivir honradamente; que nada busca, nada apetece, nada más desea.Tu ánimo es el que conviene que le juzgue rico, no el habla de los otros hombres, ni tus mismas posesiones; que nada crea que te falta y nada más procure.
¿Estás satisfecho o contento con tu dinero? Concédotelo: eres rico; pero si por la codicia del dinero ningún género de ganancia tienes por torpe, cuando en ese orden ninguna puede haber que sea honesta; si todos los días defraudas, engañas, pides, pactas, quitas y robas; si hurtas a los aliados, si despojas el erario, si estás aguardando los testamentos de tus amigos, o aun no los aguardas, sino que tú mismo los finges, pregunto: ¿éstas son señales de abundante o de necesitado? El ánimo del hombre es el que se suele llamar rico, no sus cofres; los cuales, aunque estén llenos, mientras a ti te veo vacío no te tendré por rico. Porque miden los hombres las riquezas por aquello que a cada uno le basta.


Epicteto (55 - 135)

Ya preveo que me responderás que se ha de hacer todo lo posible para alcanzar haciendas y crédito a fin de socorrer a los amigos en las necesidades, pero si puedes mostrarme camino por donde se pueda adquirir esto conservando la honestidad, la fe y la generosidad, te prometo emplear toda clase de medios para alcanzarlo si me pides que yo pierda mis bienes por adquirirte otros que no son verdaderos bienes, considera que es injusto y contra razón. Juzga si no debes hacer mas caso de un amigo honesto y fiel que del dinero. Haz, pues, lo que puedas para conservarme estas calidades, y nunca me obligues a hacer cosa que sea capaz de hacérmelas perder.


Oscar Wilde (1854 - 1900)

Hoy en día la gente conoce el precio de todo y el valor de nada.


Alan Watts (1915 - 1973)
 Llega uno con su carrito repleto hasta el cajero quién extrae de la máquina registradora una larga tira de papel y dice "Treinta dólares y veinticinco centavos, por favor". E inmediatamente se siente uno deprimido por tener que pagar tanta "riqueza", sin darse cuenta de que nuestra riqueza se halla ahora en nuestra bolsa de la compra y de que nos la vamos a llevar a casa. Porque el dinero era un futuro, una "promesa de pago", una abstracción ahora convertida en realidad sustancial. Y, sin embargo, nos sentimos contrariados por haber cambiado la posibilidad de conseguir algo en el futuro por bienes reales

André Kostolany (1906 - 1999) 


El que quiere llegar a ser rico tiene que estar hipnotizado por el dinero como la serpiente por su encantador. Naturalmente, necesita además de la suerte. Lo único superfluo es dedicarse al estudio y al aprendizaje de la economía empresarial y otras seudociencias. ¡Quién podría ser un mejor ejemplo que el «rico Grün», de cómo puede llegarse a millonario sin necesidad de estudios! Siendo pobre respondió a un anuncio en el que se ofrecía un puesto de sacristán en un templo de Viena. En aquellos días un sacristán tenía que saber leer y escribír. Como Grün era analfabeto, no le dieron el empleo. Desconsolado, utilizó el poco dinero que le habían dado como compensación por el viaje, para emigrar a Estados Unidos. En Chicago empezó a hacer buenos negocios. Con sus primeros ahorros creó una empresa que fue creciendo más y más a medida que pasaba el tiempo. Un gran grupo de empresas le compró sus negocios y, a la hora de firmar el contrato, se produjo la gran sorpresa: Grün, analfabeto, no estaba en condiciones de firmar. —¡Dios mío! —dijo el abogado del comprador—. ¡Hasta dónde hubiera llegado usted de saber leer y escribir! —¡Sería sacristán de una iglesia de Viena! —fue la respuesta.

Luciano de Crescenzo (1928 -)

La vida cabe entera en esta fórmula: mitad amor y mitad trabajo. Y cuando digo trabajo, no pienso en un esfuerzo fatigoso, en un suplicio que hay que soportar de la mañana a la noche para alcanzar la independencia desde el punto de vista económico, sino una oportunidad que Dios nos ha ofrecido para dar más sentido a nuestra existencia. Hasta el estanquero, el empleado de banco y el obrero metalúrgico, si aman su trabajo, se hallarán contentos. De otro modo, están perdidos: ¡ya pueden pedir reducción de horario!. Incluso seis horas, si se las trabaja a desgana, son interminables. Pero acuérdese de lo que le digo: una cosa es "trabajar" de estanquero, y otra "ser" estanquero.


Leyenda del Camino de Santiago

Cuenta la leyenda que un viajero francés realizaba a caballo el Camino de Santiago y que al pasar cerca de Miranda de Ebro, en la confluencia de las provincias de Alava, La Rioja y Burgos, avistó una cantera. Observador avezado, se quedó perplejo al contemplar a tres canteros que afanosos realizaban el mismo trabajo, con una actitud bien diferente entre los tres. Detuvo su montura y observó más atentamente para intentar comprender qué hacía que cada uno se condujera de manera tan dispar.

El primer cantero, se paraba constantemente durante la realización de su trabajo, se quejaba, vociferaba y maldecía asqueado.

El segundo cantero, se mostraba silencioso, ensimismado, y como el anterior, utilizaba las herramientas propias de los canteros, cincel, escoplo y martillo, para dar forma a la enorme piedra arrancada de la tierra. Sus paradas no iban acompañadas de quejas, sólo de una atención concentrada para comprobar la calidad de su propio trabajo.

El tercer cantero, como los anteriores, también cincelaba, también comprobaba, pero… entonaba una alegre canción, ensimismado en su trabajo. Sus paradas de comprobación iban acompañadas de gestos claros de interpretar: se sentía satisfecho de lo que hacía.

La aparente disonancia, hacía que el viajero francés se fijara con más ahínco en los canteros, tratando de medir cualquier gesto o circunstancia que le diera la clave de sus comportamientos. Nada. Pasado el tiempo se rindió. No comprendía, así que decidió preguntarles.

Se dirigió al primer cantero y le preguntó: “¿qué hace usted?. El cantero le miró de soslayo escéptico del interés del francés. Le explicó entre dientes que pasaba, del alba al anochecer, la jornada haciendo lo mismo, día a día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año. Maldecía su mala suerte. El segundo se sorprendió de la pregunta, -¿que qué hago?- y le explicó como daba forma a las piedras que le traían de más arriba. Se preocupaba de forma casi obsesiva que quedaran en forma cúbica. Y diciendo esto, continuó. El tercer cantero, ya le esperaba; lo recibió con una sonrisa; y antes de que el francés pudiera decir nada, se anticipó contestándole con evidente satisfacción: “estamos construyendo la Catedral de Burgos”, y siguió con su trabajo y sus cantos.

Rudyard Kipling (1865-1936)
IF
 

Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor pierde la suya.

Si puedes confiar en ti, cuando todos dudan pero admitir también sus dudas.

Si puedes esperar sin cansarte de la espera y aun gozar de ella.

Y si eres engañado, no pagar con mentiras

o si odiado, no odiar tu a tu vez sin creerte por ello, ni demasiado bueno ni demasiado sabio.

Si puedes soñar, sin hacer que los sueños te adormezcan.

Y pensar, sin hacerte esclavo de tus ideas.

Si puedes enfrentarte al triunfo y al desastre

y tratar del mismo modo a ambos farsantes.

Si puedes mirar las cosas que en tu vida has roto

y recogiéndolas, reconstruirlas con paciencia.

Si puedes amontonar todos tus triunfos y arriesgarlos a un solo golpe de suerte

y después de perder, empezar de nuevo sin añorar lo perdido.

Si puedes forzar tus nervios y tus tendones para jugar tu turno cuando ya parezcas derrotado.

Y resistir cuando no te quede nada excepto la voluntad de resistir.

Si puedes hablar a las multitudes sin perder tu capacidad de escuchar.

Si puedes tratar con los poderosos sin contagiarte de su soberbia.

Si, ni amigos ni enemigos pueden herirte.

Si cuentas con todos, pero con ninguno demasiado.

Si puedes percibir ese minuto exquisito en que cada uno de los sesenta segundos cuentan.

Tuya será la Tierra y todo lo que en ella habita.

Pero lo que es más importante.

Serás un hombre, hijo mío.
 

Rudyard Kipling
 

Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino
sólo cuestas que subir,
cuando tengas poco haber
pero mucho que pagar,
y precises sonreír
aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes
pero nunca desistir.
Tras las sombras de la duda,
ya plateadas ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia
figurarse cuan cercano,
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano,
lucha, pues por más que en la
brega tengas que sufrir.
¡Cuando todo esté peor,
más debemos insistir!
Si en la lucha el destino te derriba,
si todo en tu camino es cuesta arriba,
si tu sonrisa es ansia satisfecha,
si hay faena excesiva y vil cosecha,
si a tu caudal se contraponen diques,
Date una tregua, ¡pero no claudiques!

"Porque en esta vida nada es definitivo, toma en cuenta que: todo pasa, todo llega y todo vuelve"

 
Michel de Montaigne (1533-1592)

El beneficio de unos es perjuicio de otros

El ateniense Demades condenó a un hombre de su ciudad, cuyo oficio era vender las cosas necesarias para los entierros, so pretexto de que de su comercio quería sacar demasiado provecho y de que tal beneficio no podía alcanzarlo sin la muerte de muchas gentes. Esta sentencia me parece desacertada, tanto más, cuanto que ningún provecho ni ventaja se alcanza sin el perjuicio de los demás; según aquel dictamen habría que condenar, como ilegítimas, toda suerte de ganancias.

 El comerciante no logra las suyas sino merced a los desórdenes de la juventud; el labrador se aprovecha de la carestía de los trigos; el arquitecto de la ruina de las construcciones; los auxiliares de la justicia, de los procesos querellas que constantemente tienen lugar entre los hombres; el propio honor y la práctica de los ministros de la religión débese a nuestra muerte y a nuestros vicios; a ningún médico le es grata ni siquiera la salud de sus propios amigos, dice un autor cómico griego, ni a ningún soldado el sosiego de su ciudad, y así sucesivamente. Más aun puede añadirse: examínese cada uno en lo más recóndito de su espíritu, y hallará que nuestros más íntimos deseos en su mayor número, nacen y se alimentan a costa de nuestros semejantes.

 Todo lo cual considerado, me convence de que la naturaleza no se contradice en este punto en su marcha general, pues los naturalistas aseguran que el nacimiento, nutrición y multiplicación de cada cosa tiene su origen en la corrupción y acabamiento de otra.


Ambrose Bierce (1842 - 1913)


Economia: Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.

Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944)




En el cuarto planeta había un hombre de negocios. Estaba tan ocupado que ni levantó la cabeza cuando llegó el principito.
—Buenos días —le dijo—. Su cigarrillo está apagado.
—Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doces Doce y tres, quince. Buenos días. Quince y siete, veintidós. Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para volver a encenderlo. Veintiséis y cinco, treinta y uno. ¡Uf! Da un total, pues, de quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

—¿Quinientos millones de qué?
—¡Eh! ¿Sigues ahí? Quinientos un millones de... ya no sé... ¡Qué trabajo tengo! Yo soy serio y no me gustan las bromas. Dos y cinco, siete...
—¿Quinientos millones de qué? —repitió el principito, que jamás en su vida había renunciado a una pregunta, una vez que la había hecho.
El hombre de negocios levantó la cabeza.
—En los cincuenta y cuatro años que habito este planeta sólo he sido molestado tres veces, La primera fue hace veintidós años por un abejorro que cayó, Dios sabe de dónde. Hizo un ruido tan espantoso que cometí cuatro errores en una suma. La segunda vez fue hace once años por una crisis de reumatismo. Me hace falta ejercicio. No tengo tiempo que perder. Yo soy serio.
La tercera vez... ¡hela aquí! Decía, pues, quinientos un millones...
—¿Millones de qué?
El hombre de negocios comprendió que no había esperanza de paz.
—Millones de esas pequeñas cosas que se ven a veces en el cielo.
—¿Moscas?
—No, pequeñas cosas que brillan. 
—¿Abejas?
—Claro que no. Pequeñas cosas doradas que hacen soñar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para soñar.
—¡Ah! ¿Estrellas?
—Eso es. Estrellas.
—¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
—Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy serio, soy preciso.
—¿Y qué haces con esas estrellas?
—¿Qué hago?
—Sí.
—Nada. Las poseo. 
—¿Posees las estrellas? 
—Sí.
—Pero yo he visto un rey que... 
—Los reyes no poseen. Ellos "reinan". Es muy diferente.
—¿Y para qué te sirve poseer las estrellas? 
—Me sirve para ser rico. 
—¿Y para qué te sirve ser rico? 
—Para comprar otras estrellas si alguien las encuentra.
"Éste, se dijo el principito, razona casi como mi borracho."
No obstante, siguió preguntando:
—¿Cómo se puede poseer las estrellas?
—¿De quién son? —replicó agriado, el hombre de negocios. 
—No sé. De nadie.
—Entonces son mías, pues soy yo el primero en haberlo pensado. 
—¿Es suficiente?
—Seguro. Cuando encuentras un diamante! que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras! una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la patentas: es tuya. Y yo poseo las estrellas porque jamás nadie ha soñado en poseerlas.
—Es cierto —aceptó el principito—. ¿Y qué haces con ellas?
—Las administro. Las cuento y las recuento
—dijo el comerciante—. Es difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!
El principito todavía no estaba satisfecho.
—Si tengo un pañuelo, puedo ponerlo alrededor de mi cuello y llevármelo; si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. Pero, ¡tú no puedes cortar las estrellas!
—No, pero puedo depositarlas en un banco.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que escribo en un papelito el número de mis estrellas. Y después encierro con llave este papel en una gaveta. 
—¿Eso es todo?
—Es suficiente.
"Qué gracioso", pensó el principito. "Eso es muy poético. Pero no es muy serio."
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes a las ideas de las personas
mayores.
—Yo —dijo entonces— poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. También deshollino uno que está extinguido. ¡Nunca se sabe! Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor que yo las posea. Pero tú no eres útil a las estrellas...
El hombre de negocios abrió la boca, pero no pudo decir nada, y el principito se fue.
"Ciertamente las personas mayores son del todo extraordinarias", se dijo simplemente a sí mismo durante el viaje.


Jefe Seattle (1786 - 1866
)




     El Presidente en Washington dice que quiere comprar nuestra tierra. Pero ¿cómo se puede comprar o vender el cielo? ¿O la tierra? La idea nos resulta extraña. Si no somos los dueños de la frescura del aire o el brillo de las aguas, ¿cómo podríais comprarlos?


    Para mi pueblo, cada parte de esta tierra es sagrada. Cada brillante aguja de pino, cada costa arenosa, cada niebla en el bosque oscuro, cada arroyo, cada insecto que zumba. Todos son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo.

   
Conocemos la savia que corre por los árboles como conocemos la sangre que corre por nuestras venas. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas. El oso, el venado, la gran águila, son nuestros hermanos. Las rocas, la hierba del prado, el calor en el cuerpo del caballo, y el hombre, todo pertenece a la misma familia.

    
El agua resplandeciente que corre en arroyos y ríos no es sólo agua, sino sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos nuestra tierra, debéis recordar que es sagrada. Cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de hechos y recuerdos en la vida de mi pueblo.

     El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

    
Los ríos son nuestros hermanos. Sacian nuestra sed. Transportan las canoas y alimentan a nuestros hijos. De modo que debéis dar a los ríos el cariño que le daríais a un hermano.

     
Si os vendemos nuestra tierra, recordad que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que nutre. El viento que le dio su primer aliento a nuestro abuelo, también recibe su último suspiro. El viento les da a nuestros hijos el espíritu de la vida. De modo que si os vendemos nuestra tierra, debéis mantenerla aparte y consagrada, como un lugar donde el hombre puede ir a saborear el viento endulzado por las flores del prado.

     
¿Les enseñaréis a vuestros hijos lo que nosotros les enseñamos a los nuestros? ¿Que la tierra es nuestra madre? Lo que le sucede a la tierra les sucede a todos los hijos de la tierra.

     
Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra. Todas las cosas están conectadas como la sangre que nos une a todos. El hombre no tejió la trama de la vida, es apenas una hebra en ella. Todo lo que le haga a la trama, se lo hace a sí mismo.

     
Una cosa sabemos: nuestro dios es también el vuestro. La tierra es preciosa a sus ojos y dañar la tierra es despreciar a su creador.

      
Vuestro destino es un misterio para nosotros.

     ¿Qué pasará cuando todos los búfalos hayan sido exterminados? ¿Cuando estén domados todos los caballos salvajes? ¿Qué pasará cuando los rincones secretos de la selva estén cargados con el olor de muchos hombres y la visión de las colinas interrumpida por los cables que hablan? ¿Dónde estará el matorral? ¡Desaparecido! ¿Dónde estará el águila? ¡Desaparecida! ¿Y qué significa decirle adiós al caballo rápido y a la caza? El fin de la vida y el comienzo de la supervivencia.

     
Cuando el último Hombre Rojo se haya desvanecido junto con su territorio, y su recuerdo sea sólo la sombra de una nube pasando por la pradera, ¿seguirán aquí estas costas y bosques? ¿Quedará algo del espíritu de mi pueblo?

      
Amamos esta tierra como un recién nacido ama el latido del corazón de su madre. Entonces, si os vendemos nuestra tierra, amadla como nosotros la hemos amado. Cuidadla como nosotros la hemos cuidado. Guardad el recuerdo de la tierra tal como está cuando la recibís. Preservad la tierra para todos los niños, y amadla, como Dios nos ama a nosotros.

       
Como nosotros somos parte de la tierra, así vosotros sois parte de la tierra también. Esta tierra es preciosa para nosotros. Una cosa sabemos: sólo hay un Dios. Ningún hombre, sea Rojo o Blanco, puede apartarse, permanecer indiferente. Después de todo, somos hermanos.

 Mahatma Gandhi (1869-1948)

El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre será demasiado pequeño para satisfacer la avaricia de algunos.

Albert Einstein (1879-1955)



El mundo que hemos creado es producto de nuestra forma de pensar. Es una locura pensar que el mundo pueda cambiar sin que se cambien nuestros modelos mentales.



 
 
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